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Formación Permanente

La formación permanente es un proceso de continua conversión, es una urgente necesidad para todas las hermanas, y todas debemos tomar conciencia de vivir en fidelidad el carisma fundacional, ideal inspirado por Dios a nuestro Padre Fundador, y retomar la vivencia de las sanas costumbres.

Tiene como objetivo, aplicar los conocimientos a la realidad pastoral, con criterio maduro y responsable, desde los valores evangélicos a través de la vivencia propia de la fraternidad y del ejercicio válido del apostolado, desde el carisma propio de la Congregación. La responsable de la formación permanente, en primer lugar, es cada hermana.

Mi experiencia como religiosa HFIC es compartir la vida desde una espiritualidad franciscana de alegría y servicio. Lo que más me apasiona de ser HFIC es vivir y convivir en fraternidad, me gusta ser cercana a las personas, escucharlas, ayudarlas, compartir la vida con el que más lo necesita, desde el más pequeñito hasta el más grande. Para mi ser HFIC es vivir cada día en plenitud desde la unión con Cristo.

Hna. Guadalupe Vázquez

Lo mejor que me ha pasado como HFIC, es haber estado al lado de mis hermanas mayores en la Estancia Nuestra Señora de Guadalupe, en donde viví algo así como un segundo noviciado, ya que llegué ahí justo después de haber estado dentro de una situación algo complicada y circunstancias que ahora sé, estaban poniendo en riesgo muy serio, mi vocación.

Mis hermanas mayores con su silencio, su enfermedad, su palabra amable, su respeto, su cercanía, su cariño, su ejemplo de fidelidad a su compromiso como religiosas… y hasta con sus achaques propios de la edad, me ayudaron a conquistar lo que ya se estaba diluyendo en mi vida consagrada, preparándome para lo inesperado apostólicamente hablando: El trabajo con adultos mayores, labor que desempeño desde hace más de dos años.

Por eso, a partir de la experiencia con mis hermanas mayores puedo dar gracias a Dios, por el don de la fraternidad y a mis hermanas quienes les agradezco infinitamente su paciencia y más aún por ser el instrumento mediante el cual Dios me permitió ver mi eminente futuro y desde ahí prepararme para decidirme a vivirlo plenamente, al servicio de Dios y de los que él más ama.

Hna. Erika Pérez Castañeda